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martes, 17 de febrero de 2009

MI FAMILIA POLÍTICA.


Las vueltas que da la vida, cuando escribí el libro, yo tenia muchas ganas de escribir, de contar mi vida, veía a mis compañeros con que rapidez se iban, sin embargo han pasado cuatro años, no tengo una gran calidad de vida, aun espero recuperar algo, siempre he sido positiva y la vida me ha sonreído, he aprendido a comunicarme y he conocido a mi cuñada Mº Jose y a su hija Marta, en estos momentos mi familia politica esta mas en mi corazón...



La primera vez que conocí a Pilar y a Pepe, mis suegros, no era el momento adecuado; sin embargo, cuando este instante llegó, conmigo fueron maravillosos. Mi suegra quería con locura a Roberto, su fuerte carácter no le permitía ser cariñosa con su hijo, conmigo sí lo fue.


Cuando me casé, mi relación con ellos era normal. Cuando me quedé embarazada de Lucía tuvieron una enorme alegría, era la primera León en nacer y para mi suegra era la hija de Roberto. La verdad es que Pilar me mandaba constantemente ropita confeccionada por ella, lo cual me hacía mucha ilusión; una cosita tan simple creó un lazo de unión muy fuerte entre nosotras dos, primero hablábamos mucho por teléfono, donde encontramos nuestro punto de unión.


En septiembre nació mi niña; Pilar y Pepe vinieron enseguida a conocer a Lucía, me mimaron, Pilar cocinaba y yo no dejaba de llorar; siempre he tenido unos partos fáciles, pero unas depresiones post- parto impresionantes, por lo que soy una compañía repelente. Pasados unos meses, Pilar enfermó: un cáncer de cólon; nosotros viajamos varias veces a Madrid, por lo tanto tuve ocasión de hablar largo y tendido con ella (nuestras conversaciones me las guardo para mí). Para morir, esperó a Roberto y luego subió al cielo.


Como herencia suya, tuve el honor de conocer a una gallega, de comer unas empanadas riquísimas y de heredar una caja de cola-cao de los años sesenta. Me hizo muy feliz.


En cuanto a Pepe, lo definiré de una manera muy simple -es un culo inquieto- es un hombre que, a pesar de su edad, se siente muy joven, le gusta mucho viajar, la fotografía, escribir, y, desde hace unos años, la informática. Nos ha visitado varias veces; la última vez que vino, yo empezaba a estar mal, de hecho ya estaba de baja y, además, yo ya sospechaba que tenía algo bastante jodido, porque por la mañana nos movíamos mucho, y, al llegar la tarde, yo estaba muy cansada y necesitaba dormir.


Luego, con toda mi familia, nos fuimos a pasar las navidades a Madrid; estuvimos mucho con él, no lo he vuelto a ver: él ya es mayor para verme así, y prefiero que me recuerde con mi actividad plena y hablando como un loro. Gracias, Pepe.


Roberto tiene cinco hermanos: Teresa, Pilar, Mari Carmen, María José y José Carlos.


Teresa es la más alegre de la familia; tiene un marido fantástico, y dos hijos muy guapos; mis hijos los adoran. Tanto Pilar como Teresa han venido a visitarnos. Primero vino Pilar con su hija Ana y su yerno (por cierto, Ana ha tenido un hijo, guapísimo, por supuesto; Juan Pedro algo tiene que ver). Fueron muy discretos conmigo, pero las caras no mienten. Más tarde, vino Teresa con su familia, e idem de lo mismo.


Yo con ellas he pasado momentos muy agradables, y hemos sido felices; la vida da muchas vueltas y también hemos tenido momentos muy tristes. En cuanto a Mari Carmen, las veces que la he visto, ha sido muy amable conmigo y sobre todo con mis hijos; de Maria José, casi no puedo opinar porque he coincidido poco con ella, sin embargo puedo decir que mi marido la quiere mucho.


Pasaremos a José Carlos, el benjamín de la familia, y por lo tanto el más protegido, aunque hay que decir que la vida no le ha sonreído mucho. Estuvo muchos años junto a Marian, e incluso se casaron; la suya fue una de las bodas más hermosas a las que he asistido, aparte de que el viaje rumbo a Santander con mi marido y mis hijos fue maravilloso. Luego seguimos rumbo a Los Picos de Europa y fuimos muy felices.


Bueno, a lo que ibamos, José y Marian eran una pareja feliz, incluso trabajando juntos. Tuvieron una niña preciosa llamada María. María tenía prisa por conocer el otro mundo y se marchó, a los cuatro meses, dejando a sus padres hundidos en la miseria. Así fue como la vida dejó de sonreirles, se separaron, y ahora, después de cuatro años, empiezan a sonreír de nuevo, cada uno por su cuenta.


Mi querida Marian, si lees estas palabras me gustaría verte y, si no llegamos a tiempo, decirte simplemente te Quiero.


A José Carlos lo he visto varias veces, mejora progresivamente. Adelante cariño.


Hasta luego cocodrilos. Os quiero.