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viernes, 5 de diciembre de 2008

SANTANYI EN MI VIDA.

Hola mis queridos amig@s

En mi libro quise hablar de mi segunda casa, donde pase momentos muy felices y momentos no tan felices.

Hablo de mi querida amiga Mº Antonia, solo puedo decir que la quise mucho sin embargo el diablo fue mas fuerte y nos separo.

He querido que supierais como pasaba el verano en mi infancia , juventud y madurez, alli aprendi a montar en bicicleta y ella me aviso 32 años después que mi enfermedad iba en serio, cuando Javi compro el segundo chalet, cogi la bicicleta y mi cuerpo sin darme cuenta ya perdia su equilibrio, me pegue una gran castaña en una curva, lo peor es que no me pude levantar, en mi lugar de diversion me di cuenta de que para mi se habia terminado

Queridos amig@s os dejo en S'amarador

En el año 1972, a mi padre le tocó la lotería, y, él y mi madre, decidieron invertir comprando un chalecito por la zona de Santanyí, en concreto en Playa Dorada, que, tras la muerte de Franco, volvió a su verdadero nombre S'Amarador, un nombre muy hermoso para una de las playas más bonitas de Mallorca.

La casa tenía el tamaño normal para una familia de 6 miembros, 3 dormitorios, un comedor grande y un baño y una cocina más bien pequeña; eso sí, tenía mucho jardín, terraza y barbacoa. El problema era que nunca éramos 6, venían mis 3 abuelos y, cómo no, la familia Vidal García, o sea, mi tío Denis, mi tía Rosita y sus dos hijos Manolo y Teresita.

Allí vivíamos como en un campamento, sin embargo, había paz y, sobre todo, diversión. Aún recuerdo la primera noche que pasamos allí, llena de colchones y toda la familia y los añadidos durmiendo en ellos.

Allí aprendí a montar en bicicleta, a amar el mar y especialmente las rocas que rodean este verdoso mar, ¡cómo me gustaba lanzarme desde aquellas maravillosas rocas a mi mar .particular! Aún puedo sentir el agua tan helada por mi cuerpo, ¡qué gozada!

Quien me enseñó a descubrir todas estas maravillas fue mi hermano Juan Ángel; tenía un don para descubrir cuevas y hermosos lugares donde bañarnos. Por aquellos tiempos, casi no había coches, lo que nos permitía una libertad total; todos los hermanos, y por separado, hicimos nuestra propia pandilla. Hay que tener en cuenta que los primeros años no había electricidad ni agua corriente, todas las comodidades que tenemos allí ahora hay que agradecerlas a que cuatro chiflados se enamoraron de una playa y de un lugar con mucha energía y, sobre todo, quisieron hacer felices a sus hijos. Aún me acuerdo de la nevera de hielo que nos regaló nuestra querida tía Antonia y de las pesadas barras de hielo que compraban, también recuerdo el desagradable ruido que producía el gas para dar luz, y, para el agua, venían camiones a rellenar la cisterna, ¡todo resuelto!

Mi pandilla estaba formada por Cati Pujadas (con ella he seguido la amistad; aunque a distancia, sabemos que siempre estamos ahí), Magdalena Cano (era la más silenciosa, sin embargo ha salido más negociante que el propio March). Tengo una anécdota con ella, que a ambas nos ha impactado el resto de nuestras vida, a lo mejor os parece una tontería: estábamos Magdalena y yo algo enfadadas con nuestro grupo y decidimos irnos a unas rocas que llamamos las escaleritas, donde frecuentemente nos bañábamos; aquel día, gracias a Dios, nos dio por sentarnos y darle al pico, y, de pronto, ante nuestras propias narices, dos tiburones moviéndose muy despacio y de manera circular, fue hermoso y al mismo tiempo sentimos pánico; al principio se burlaron de nosotras, sin embargo, apareció un pescador que también los había visto, y en boca cerrada no entran moscas). Estaba también Paquita Perona (ahora en la lejanía pienso que era muy buena, sin embargo, el destino se empeñaba en separarnos).

Se consiguió por fin el agua corriente, y mi querida Conxi ya venía a pasar parte del verano conmigo, era muy divertido; además, como yo siempre suspendía, iba a repaso a Cala Figuera (el puerto pesquero más hermoso que han visto mis ojos), íbamos en bicicleta y ella me esperaba y luego tomábamos un helado y a casa, ¡inocentes!

También Conxi y yo pasamos la recta final del quinto embarazo de mi madre, por lo cual tenemos el cielo ganado. Fueron pasando los años, yo deseaba comerme el mundo, y a partir de los 18 años empezaron a dejar que me quedara en Palma, y la Semana Santa, libre. Fueron años felices. Con Mª Antonia íbamos a Santanyí, a ella le gustaba el mar como a mí; aunque quizás con quienes he cometido mayores locuras sea con Conxi y mi pandi, incluidos mis hermanos. Mª Antonia se lo pasaba bomba conduciendo el coche de mi madre.

Y pasaron más años, ya tenía 25. Vicki y yo éramos valientes y nos íbamos allí a pasar el fin de semana. Aquello estaba lleno de gente, sólo faltaba mi abuelo (él era un hombre calladito; sin embargo, soñaba en voz muy alta, siempre solía cantar zarzuela, era realmente divertido, aunque alguna vez nos daba un susto enorme).

Vicki también llegó a amar mis rocas y mi mar, donde presumíamos de tener nuestra piscina particular.

Con Vicki y mi pandi íbamos a cenar a Cala D’or; nos lo pasábamos bien.

También venía Ana Ferriol con sus hijos; a ella no le gustan las rocas, por lo tanto visitábamos la playa. Ana y yo disfrutábamos marujeando, la casa llena de intrusos que no hacían más que ensuciar y ensuciar; parece mentira, pero Ana y yo, en aquellos tiempos, disfrutábamos haciendo aquellos menesteres, Marujita Pérez al cuadrado.

Y mientras mis hermanos pequeños se lo pasaban en grande, incluso ya había teléfono, la casa iba perdiendo su frescura, muchos se habían ido para siempre y otros nuevos iban llegando, la cuestión es que después de 35 años, nos despedimos del chalecito...

Y la vida continuó. En 2005 me detectan la enfermedad y mi hermano Javier decidió que teníamos que volver a S’Amarador. Hay que decir que las casas habían progresado de una manera escandalosa, por ejemplo, el chalecito de mis vecinos Francisca y Toni es ahora una verdadera belleza. A lo que íbamos, Javi compró el chalet de enfrente del antiguo. Todo estaba cambiado, en la playa, al principio éramos 50 personas, ahora no cabe un alfiler; sin embargo, mis rocas seguían vírgenes, esperándome, y el mar continuaba verde y helado.

Javi construyó otro chalet para mí, ya que el terreno es muy grande; el primer año estuvimos todos juntos, mi familia, mis padres y todos los hermanos con sus respectivos. Aquel año conseguí bañarme en mis rocas, lloré de alegría; no creo que vuelva a bañarme en aquellas aguas, allí reposarán mis cenizas, fresquitas muy frescas.

Allí me dieron una fiesta sorpresa por mi 42 cumpleaños; fue realmente preciosa, todos de blanco, y todos mis amig@s y, por supuesto, mi familia al completo. Fui muy feliz.

Pasó el verano, todo correcto, con algún contratiempo.

El año siguiente ya fue un descontrol; yo ya iba en silla de ruedas, y, sin darme cuenta, estaba muy egoísta; yo ya hablaba muy mal, y permití que todos hicieran de mamá. Además, lo que nunca había pasado en el chalecito estaba pasando en los chalezotes...

Hoy todos tienen ya sus propias familias y por lo tanto su propio ritmo marcado, es muy cierto el refrán según el cual segundas partes nunca fueron buenas.

Allí celebré mi 43 cumpleaños, ese día pude percibir que tengo muchos amigos y, sobre todo, me sentí muy querida; además, se hizo una recolecta para poder pagar una silla con la que poder subir a mi casa. Yo vivo en una casa antigua, sin ascensor; todo el mundo puso lo que quiso o lo que pudo, yo me sentí muy feliz y muy complacida. Doblemente gracias, amigos míos, primero por quererme y segundo porque gracias a una parte vuestra, puedo salir a la calle. Os quiero a todos.

También tengo que decir que mis amigas más próximas, tanto el primero como el segundo año, nunca me abandonaron, organizaban cenas y yo me dejaba mimar por todas.

Este último año, las preciosas casas se alquilaron.


Hasta pronto mis queridos cocodrilos .

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Xisca.
Yo te recuerdo de los veranos en Santanyi, digamos que habia tres grupos de chicas, las mayores, las medianas y las pequeñas. Yo estaba en el grupo de las medianas, con la hermana de Perona.
No sabia que tenias un blog, sabia de tu enfermedad porque yo sigo yendo a S'Amarador, sabia lo de las nuevas casas pero me extrañaba que ya no volvierais en verano.
Tengo los mismos recuerdos que tu de S'Amarador, sin luz, sin agua corriente, sin telefono, pero que bien que lo pasabamos.
Veo que eres una mujer muy fuerte y valiente, una mujer a la que admirar por su coraje.
Eres un ejemplo para todos.
Besos a tu madre, me acuerdo de ella y de cuando nacio tu hermano Pep Toni.