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lunes, 3 de noviembre de 2008

MIS ADORABLES ABUELOS

Hola amig@s! ! !
Como os anuncie vuelvo pronto y con ayuda, mi querida Joana.
Hoy toca hablar de mis abuelos, este capitulo pertenece a mi libro no publicado.
Espero que goceis leyendo igual que yo goce de sus presencias,
Gracias a ellos yo aun estoy aqui, me enseñaron que no hay nada imposible y, sobre todo, a creer en mi misma.
  • Empezaremos por la familia paterna.


    JUAN BENNASAR PLOMER


    De él, casi no puedo hablar, porque apenas tuve tiempo de conocerlo; seguro que está en el cielo. Todo el mundo dice que era un ángel de hombre. Ya nos conoceremos más, dentro de muchos años, en el cielo. Soy muy optimista.


    FRANCISCA SALAS CABANELLAS


    Era una buena persona. Nació un 3 de Abril, que aquel año coincidió con el Jueves Santo (1910), cosa que le gustaba mucho, y eso que no era nada religiosa. Siempre la conocí sola, incluso eligió morir sola: mi madre y mi madrina estaban en la sala de espera.

    Y yo iba a dejar a mi hijo en la guardería, cuando de pronto presentí algo muy dentro de mí. Me fui corriendo, pero llegué tarde, acababa de morir. Hay que tener en cuenta que el médico nos había dicho que se había recuperado y que nos la podíamos llevar a casa. Aquella noche me visitó, yo dormía y algo me despertó, era su presencia. Está en el cielo.

    Ella siempre vivió por y para sus hijos primero, y luego para sus nietos. Tuvo la gran pena de ver la muerte de su hijo Pepe.

    Yo la quería mucho, era una mujer sin estudios, pero era muy lista; si me viera así, movería mar y tierra para buscar mi bienestar. Era una luchadora nata. Sentía debilidad por mi prima Maribel y, como todos mis abuelos, por Juan Ángel. Tenía ocho nietos, nosotros cinco (Juan Ángel, Yo, Javier, Luis y Pep Toni, que la llamábamos padrina o mumara), y por parte de su hijo Pep tenía tres (Carolina, Maribel y Silvia). Una de sus grandes alegrías fue ser bisabuela; mi hija Lucía la adoraba, y aún guarda cosas que le recuerdan a ella. De mumara podría decir muchas más cosas, pero lo dejaré diciendo que fue un placer conocerla, y la quise mucho, mucho.

  • Ahora los maternos.


    JUAN FERNÁNDEZ ROIG


    Era un hombre valiente. Como él sí había pasado hambre, siempre decía que el miedo no existe, que el miedo es una mesa sin comida.

    Era de mente liberal. Antes de mi abuela, estuvo casado; pero se quedó viudo de su primera mujer y ya mostró su parte liberal viviendo junto a Aina antes de casarse, y con esta mujer tuvo a mi padrino- Ella murió cuando el niño tenía dos años; mi abuela era su niñera.

    Mi abuelo era analfabeto, ello no le impidió tener su propio negocio: tenía un horno que le proporcionó mucho trabajo y mucho dinero.

    Con su familia no tenía mucho trato, pero mis genes, o cuando menos una parte de ellos, proceden de su familia, porque, como decía mi abuela, sus cuñadas eran brujas.

    Una vez viudo, se casó con mi abuela y tuvieron a mi madre. Tenían devoción por ella y la mimaron hasta el infinito.

    Yo ya lo conocí muy pacífico, pero en su juventud tenía muy mala leche; mi abuela, la pobre, lo comprobó por sí misma más de una vez.

    Ya de mayor, conmigo fue muy buen abuelo; su ojito derecho era mi hermano Luis; iban a pescar, a buscar caracoles. No se metía con nadie. Cuando se estaba muriendo, una curiosidad, llamaba a Aina.

    Para mí fue muy agradable tenerlo como abuelo. ¡Te quiero, Juan Fernández!


    ANTONIA CERVAN SOLE


    Mi abuela, mi amiga, mi madre, lo era todo para mí. Procedía de una familia muy unida; su madre murió joven, pero los cinco hermanos y su padre eran una piña. Pasó su juventud trabajando de tata, así llegó a cuidar a mi padrino. Mi abuela, pues, conocía a toda la familia Fernández. Llegó la desgracia y Aina murió, mi abuela se casó por amor a mi padrino, o sea, al niño, y porque tuvo claro que ni ella ni los suyos volverían a pasar hambre. Con el tiempo, mis abuelos se llegaron a querer. Mi abuela siempre tuvo mala salud, tenía continuos ataques de epilepsia, de pequeña le decían que tenía el diablo en el cuerpo. Yo la he visto con muchos ataques epilépticos y simplemente era muy desagradable. Con el tiempo salió un medicamento que lo controlaba.

    Era muy fumadora. Mi abuelo siempre la apoyó, pero fue muy criticada. A ella nunca le importó un bledo. En esto he salido a ella, porque fumar me entusiasmaba, y el tabaco no ha influido en mí ni en mi enfermedad, sólo mi destino.

    Tenía un grupo social muy desigual: sus amigos eran médicos, homosexuales, lesbianas, marquesas, pobres, ricos... Todos la querían. Ella sentía debilidad por mi madre; a su hijo lo quiso con locura y mi padrino siempre supo la verdad, pero siempre la llamó mamá.

    Al principio de su matrimonio fue maltratada, pero llegó a poner los puntos sobre las íes.

    A mí, de pequeña, me encantaba ir a su casa, siempre tenía visitas, y siempre era divertido. Mis abuelos eran conocidos como sa madona y l’amo.

    Mi familia adora el barrio de Santa Catalina, todas nuestras vidas han transcurrido en ese barrio.

    También sentía verdadero amor por sus nietos; sin embargo, sólo pronunciar el nombre de Juan Ángel dibujaba una sonrisa en su cara que lo decía todo: lo amaba hasta el infinito.

    Su vejez fue más triste, se rompió el fémur y estuvo cuatro años inválida; la verdad es que ella y yo hemos tenido vidas similares, pero en distintas épocas. Cuando ya estaba inválida, cada domingo venía a comer su hermana, mi tía Teresa, y eran estupendas, ¡cómo nos reíamos!

    Tuvo una agonía lenta, le costó subir al cielo; mi madre y yo estuvimos junto a ella constantemente, más mi madre. El día de su muerte, un 7 de julio, San Fermín, yo estuve un ratito sola con ella y notaba de una manera muy fuerte las vibraciones de los espíritus que la venían a buscar; sentí miedo, luego vino mi madre y todos, incluida ella, se esfumaron. Mi madre y yo nos quedamos solas y abrazadas.

    El día de su funeral vino mucha gente, lo que más me llamó la atención fue la cantidad de gente que me decía lo buena que había sido y lo mucho que las había ayudado. ¡Te quise y te quiero con locura!


1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Xisca,

Jo, a part del meu avi, només vaig conèixer a una Cervan Solè... ja no recordo el nom (tinc mala memòria i no sé si era la Tia Teresa...). Em va agradar molt poder-la veure en l'únic viatge de gran que he fet a l'illa del meu avi...

De vegades voldries que el rellotge anés enrera, per estar més amb la gent que t'estimes o amb la que t'hagués agradat conèixer més...

Tens un blog molt maco, et coneixia molt poc (encara que tinc una record molt viu del dia que vas venir a casa nostra, a Barcelona), però només he seguit una mica la teva vida arrel de la malaltia, per les coses que ta mare li explica a ma mare... A veure si et puc venir a veure un dia a Mallorca, i de pas passaré a veure a la Tia Cati, que me la vaig deixar l'altra vegada i tinc l'espineta clavada :-)

Joan Cervan "junior" :-p